sábado, 9 de mayo de 2009

Validar o no validar... he ahí el dilema...

Se acerca una vez más la hora de votar, elecciones federales del 2009, para elegir senadores y diputados.

Recuerdo hace ya dos años cuando la política era ese gran monstruo, al que, muy valientes, inocentes, ingenuos -y demás adjetivos pueriles- nos decidimos a enfentar. Cargados de sueños e ideales apostamos todo por hacer algo, luchamos con ideas, con propuestas que gritabamos a los cuatro vientos y, por primera vez, eramos escuchados. Sentíamos que podiamos lograrlo, pues teniamos lo que los demas no tenian: convicción; adolesciamos de lo que los otros rebosaban: egoismo, intereses particulares, corrupción.

Despues de la incursión en la que logramos despertar inquietud de unos cuantos idealistas como nosotros, en ese trayecto, comprendimos que habia una cantidad inmensa de trabajo por realizar; adquirimos conciencia de que, probablemente, no nos tocaría ver los resultados del trabajo que habiamos decidido hacer, pensando siempre en la equidad y la justicia que tanto necesitamos y de la cual ya estabamos hartos de escuchar en los demagógicos discursos de los políticos de siempre.

Al final, cuando todo el ajetreo de las elecciones terminó, decidieron los de la dirección nacional del partido que ya no eramos útiles y se saboteó por completo a un proyecto que tenía raícez genuinas y mucha voluntad; nos desecharon de la manera más vil, a todos los que teníamos la convicción de que las cosas se podían hacer de manera limpia, sin coaliciones mezquinas, sin trampas, sin demagogia... Con esa salida abrupta e inesperada, quedamos devastados; todos los sueños y las ansias de cambio se fueron, era como si una parte de cada uno de nosotros hubiera muerto, y murió: nuestra fé en las instituciones, nuestra confianza en que aún se podia hacer algo desde adentro, luchando frente a frente con el monstruo, siendo parte de él.

No toda la gente que está ahí esta podrida, hay gente que quiere hacer algo, pero no lo dejan avanzar, estorba; y si te quedas ahí, es muy probable que acabes como ellos o indiferente ante todo lo que requiere ser atendido, ante el dolor, ante la injusticia, ante tu gente.

Es el sistema el que esta podrido y no sólo en México, sino en casi todos lados. Pero las cosas no llegaron a este punto solas, cada uno de nosotros, con nuestra apatía e indiferencia formamos parte de este deplorable espectaculo, del cual nos quejamos, al cual miramos de reojo y, simplemente, culpamos a los demás.

Se acercan las elecciones, no voy a votar por dos razones: una, me encuentro fuera de México; dos: no pienso validar este circo, no pienso darle más mi apoyo a este sistema jodido, que sólo vela por los intereses de unos cuantos, dónde su clase política es tan sínica y corrupta. Pero no lo hago por rebeldía y ya, lo hago porque estuve ahi dentro y me dolío ver lo poco que se valoran las ganas de cambiar, el verdadero progreso y a un mundo que ya ha cambiado y cuyas leyes parecen de la edad media. Un gobierno mocho, sordo, ciego, presidido por un señor que parece estar al mando de Disneyland y su mundo de fantasía -basta con ver los boletines de la presidencia de la república para darse cuenta de lo que hablo-.

No pienso validarlo y, al no votar, pienso exponer mis razones a los cuatro vientos: No es que no me importe, es que me importa tanto que la única opción que veo es sacurdir las bases del sistema, que se estremezcan, que vibre en sus entrañas, un golpe que les haga entender que nosotros no estamos ciegos, no somos sordos, tenemos corazón, usamos el cerebro y sabemos que lo que nos han estado dando todo este tiempo -sus limosnas de gobernabilidad- no las queremos, no nos sirven, merecemos mas...

Grita lo que piensas; escríbelo, háblalo, baílalo, llóralo... ¡pero jamás lo calles!

MANOS QUE CONSTRUYEN